El otro día vi la perra de mi amiga, Lala, en el parque sentada y muy enfadada, porque mi amiga no le daba un hueso. Se trataba de una perra de raza muy bien cuidada. Era blanca entera, excepto por sus orejas beige y una gran mancha del mismo color en su lomo. Su pelo era suave. Tenía la cabeza pequeña, con unas orejas pequeñas, sus ojos negros como azabaches y un hocico pequeñito. Tenía patas largas y fuertes y el rabo corto y recto. Corría mucho y sabía saltar hasta la cintura. Pero a pesar de todo tenía cara de tonta y una expresión antipática.
No hay comentarios:
Publicar un comentario