El oso panda bebé del zoo

Os voy a enseñar cómo es el oso panda nuevo que han traído al zoo.

Es un animal salvaje y mamífero, que se alimenta de hojas de bambú. Su pelo es suave y esponjoso. Es de color negro por las patas y blanco por todo lo demás. Tiene unas orejas pequeñas y redonditas. Sus ojos son de color negro y están rodeados de manchas negras. Su cabeza es grande y redonda. Sus patas son cortas, gruesas y fuertes.

Es cariñoso y parece estar muy feliz en su nuevo hogar.

La plaza de debajo de mi casa

Cuando hicieron la plaza de debajo de mi casa fui a visitarlo para ver cómo era. A su lado hay una urbanización de casas nuevas; está situada dos calles más abajo de mi casa. Hay un precioso jardín a todo su alrededor con hermosos pinos y rosales de muchos colores, en medio hay un gran árbol y lo rodean muchos matojos. A la izquierda hay columpios para los niños pequeños, alrededor de los columpios y de toda la plaza hay muchos bancos.

Se oyen los pajaritos cantar y a los niños chillar mientras juegan. Cuando te sientas en sus bancos hay un olor delicado a rosas y a tierra mojada. Me encanta esta plaza, por eso cuando voy a pasear siempre paso por allí.

Nace un bebé

Lo que hemos aprendido es que todas las fases de esta lectura son importanes, porque son las etapas del embarazo.

La pajarita de papel

Esta lectura me ha gustado mucho, porque enseña que los padres deben prestar atención a sus hijos, ya que los niños necesitamos muchos mimos y cuidados y nos gusta que estemos arropados por nuestros padres.

Mi perra, yo y los delincuentes paseadores

Un día, no hace mucho tiempo, íbamos paseando y de repente aparecen cinco perros y sus dueños. Mi perra empezó a ladrar y a ladrar mientras atacaba a los perros. Sus dueños se pusieron muy nerviosos y cuando me giré a la derecha, me encontré con un cartel con una foto que ponía:  “Se busca a cinco chicos vestidos de negro que siempre están paseando con sus perros. Son  peligrosos. Tienen muchas drogas y una pistola.” Yo me quedé tranquila y cuando vi que giraban la calle, llamé al número que ponía en el cartel. Mientras hablaba iba andando detrás a mi perrita que estaba siguiendo su rastro. En diez minutos la policía estaba en el mismo sitio que yo les había dicho.  Esos cinco hombres fueron a la cárcel y sus perros se fueron con unas ancianitas, que los confundieron con hembras y los vistieron con vestiditos hasta el resto de sus días.