El otro día, paseando con mi madre por Granada, vimos un autobús turístico. Este tipo de autobuses sirve para que los turistas vayan visitando sitios de Granada. Es de color rojo con dibujos que identifican diferentes lugares del mundo. Es grande. Lo componen dos plantas, una es descubierta y la otra es cubierta.
Ahora, siempre que voy a Granada, lo veo y me fijo en la cantidad de turistas que van en él haciendo fotos y viendo todos los monumentos.
Me llamo Noelia. Vivo en Íllora un pueblo muy bonito. Estudio en el colegio Gran Capitán y estoy en tercer ciclo. Tengo una hermana que esta en el instituto.
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My name is Noelia. I live in Íllora is a beautiful town. I'm estudy in the school Gran Capitan and I'm in third cycle. I have a sister in institute.
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- Escuela (53)
domingo, 9 de junio de 2013
Pececito, Caracola y Carlos
Una organización secreta de caracolas y peces han descubierto con sus súper espías que hay basura por todo el mar. La organización mandó a su mejor pareja de agentes al mar más contaminado. Pececito y Caracola son dos grandes amigos que a la vez son la pareja que la organización ha mandado. Al llegar a su destino, se pusieron muy tristes al ver tanta suciedad. Iban nadando y pensando qué iban a hacer con aquel desastre; y de repente vieron a un niño en el fondo del mar. Pececito y Caracola nadaron a todo lo que le daban las aletas, porque creían que se estaba ahogando; cuando llegaron vieron que el niño llevaba una red y en ella no estaba echando peces... ¡sino que estaba recogiendo la basura que había entre las algas! Pececito le preguntó:
- ¿Qué haces tú aquí?
- ¡Ahhh, un pez que habla!
- Yo también hablo -dice Caracola.
- ¿Quién sois vosotros? -preguntó el niño asustado.
- Yo te he hecho una pregunta antes -dijo Pececito, que iba de poli malo.
- Yo… soy Carlos, soy hijo del alcalde de este pueblo.
- Nosotros somos Pececito y Caracola -dijo Caracola.
- Yo estoy aquí, porque no me gusta que nadie ensucie el mar y a veces vengo a limpiarlo -dijo Carlos.
- ¡Nosotros también! -respondió Caracola, mientras Pececito pensaba.
- ¡Eureka! -dijo al fin Pececito.
- ¿Qué pasa? -respondieron.
- Has dicho antes que tu padre era el alcalde, ¿verdad?
- Sí, ¿por qué?
- Ya sé lo que haremos, le diremos a tu padre que nos deje poner normas en la playa y pondremos unas cuantas para que nadie tire cosas al mar.
- Me parece bien -respondieron Caracola y Carlos.
Y así lo hicieron. Pececito, Caracola y Carlos pusieron nuevas normas en la playa:
1.- Sólo se permite el baño usando bañador.
2.- También se pueden utilizar flotadores, colchones de agua y objetos de playa.
3.- Prohibido entrar con basura.
4.- Prohibido arrojar cosas al mar.
5.- Cuando nos vayamos, hay que recoger toda la basura y tirarla por los diversos contenedores que hay en la playa.
Al ver llegar a la gente, a los tres les dio un poco de miedo, porque no sabían cómo iban a reaccionar.
-¡Ya era hora de que alguien solucionara este desastre de playa! – exclamaron todos al ver las normas.
Y a lo largo de los días, y meses, toda la gente cumplía las normas.
Si no quieres que Pececito, Caracola y Carlos vayan a tu playa, no tires cosas al mar y cuida tu planeta.
El unicornio
Un día, paseando por el bosque nevado, vi que un caballo blanco estaba comiendo, pero no se le veía la cabeza. Cuando se dio la vuelta observé que era un precioso unicornio. Se llamaba Arco Iris. Era alto y estaba un poco gordillo. Su cuerpo era blanco y sus crines y cola color crema. Sus ojos eran grandes y negros como azabaches. Sus orejas eran puntiagudas y sus dientes eran blancos, algo no muy normal en los caballos. Era asustadizo, porque tenía señales de que alguien lo hubiera maltratado para intentar cazarlo. Le encantaba correr libre y tranquilo.
Me encantó conocerlo, porque creía que no existían, pero me di cuenta de que solo yo podía verlo.
Me encantó conocerlo, porque creía que no existían, pero me di cuenta de que solo yo podía verlo.
Las dos niñas
Juan sin miedo
viernes, 7 de junio de 2013
De poetas y aviadores
Esta lectura enseña que hay que luchar para poder ayudar a las personas que están al borde de la muerte y para luchar por algo que sabes que al final van a acabar mal.
lunes, 6 de mayo de 2013
Con la escoba
Esta lectura enseña que hay que ser honrado y que si ves algo que no es tuyo debes devolverlo a su propietario, pero si te ofrecen algo no debes desaprovecharlo.
El abuelo y su memoria.
El abuelo de María, que tiene la memoria un poco regular, ha llegado de la tienda de chucherías y se ha dado cuenta de que no tiene las llaves para entrar en su casa. Está esperando a que sus nietos vengan para poder entrar. Cuando ellos llegan de la escuela, ven a su abuelo en la puerta de su casa esperándolos para que le abran la puerta.
- ¡Abuelo! ¿Otra vez se te han vuelto a olvidar las llaves? –dice María.
- Sí, María, pero esta vez tengo una explicación...
- Abuelo, te tengo dicho que las pongas en el casillero de la puerta -le interrumpe Pedro.
- Ya, si eso hago, pero se me olvidan siempre. Anda, entremos dentro y pensemos una solución.
Entran en la casa y piensan en algo para que al abuelo no se le olviden más las llaves. María se acuerda que el abuelo tiene una gran ilusión por tener un cencerro y escucharlo cada mañana; y recuerda que, pocos días antes, en una tiendecita vio un llavero de cencerro. Fue corriendo a comprarlo y se lo regaló a su abuelo. Al abrir la puerta, el abuelo siempre escucha el sonido de su cencerro, coge las llaves y nunca más se vuelve a quedar sin ellas.
Tuaila la elefanta del circo
Tuaila es una elefanta que hay en el circo. Ella es de estatura mediana. Su pelo es suave y es de color negro con rasgos dorados. Sus ojos son pequeños y sus orejas son grandes y caídas. Su trompa es larga y sus patas son fuertes y gruesas. Es simpática, graciosa y juguetona. Todos los años voy a verla.
Tífani
Una niña llamada Tífani vive en una mansión. Tífani va descalza, porque le encanta pisar la tierra de su jardín. Está escribiendo en su diario lo que le ha pasado en el día. Sus padres son los jefes de una industria de barcos de Inglaterra. Ella no tiene hermanos, ni amigos, porque nunca ha salido de su casa. Su mirada intenta ocultar la tristeza que hay en su vida por la soledad y la desolación.
A Tífani le gustaba mucho hacer amigos, pero siempre que se acercaba a uno, no se sabía por qué, salía corriendo con cara de susto, y cuando miraba hacia atrás, allí estaba su mayordomo preferido. Un día, Tífani descubrió que alguien la seguía fuera donde fuera, pero no sabía quién era. Después de varios meses intentando averiguarlo, descubrió que era Federico, su mayordomo preferido. Ese mismo día, Tífani se armó de valor y habló con él.
- ¿Por qué te empeñas en arruinarme la vida, Federico?
- Yo no intento arruinarle la vida señorita, lo que pretendo es protegerla del mal ajeno.
- Pues te informo de que me la estás arruinado. Por tu culpa la poca gente que se acerca a casa se espanta y no tengo ninguna vida social.
- No puede tener vida social con esa gentuza que no sabe ni donde tiene la cabeza. Usted tiene que relacionarse con gente de su nivel, como Frenchua, Francisca y Esteban.
- ¿Con esos niños que les preguntas que qué hora es y se ponen a decirte que si es que no tienes reloj y que te miran por encima del hombro
- Pero son muy buenas personas.
- No, son unos estirados y yo no quiero llegar a ser como ellos. Yo quiero ser una niña normal, que juega, que se ensucia, que va al colegio con sus compañeros, que nunca está sola y, por supuesto, quiero divertirme.
- ¿A la escuela pública, que solo hay gente que no tiene aspiraciones y que no saben leer?
En ese momento llegó el padre de Tífani, que la quería más que a su vida. La niña echó a correr como si hubiera visto un lingote de oro.
- ¡Hija mía, qué grande estás y qué guapa!
- ¡Je, je, je! Papá, quiero ir a la escuela pública y quiero que Federico me deje salir de esta prisión con barrotes de hierro.
- ¡Como! ¿Que no te dejan salir?
La niña negó con la cabeza. Su padre llamó a Federico que intentaba huir.
- Federico, ¿eres tú el que no deja salir a mi hija?
- Sí -dijo con voz temblorosa-, es para protegerla del mal que corre por esos bichos de ahí fuera.
- El que debe protegerla soy yo, que soy su padre. Vale que yo no quiera que vaya a sitios peligrosos, pero ella puede tener la vida que quiera, puede salir, puede correr e incluso, si quiere, puede ir a la escuela pública.
La niña asintió con firmeza y se escondió detrás de su padre mientras Federico la miraba con indignación.
- Bueno, Federico, me parece que te vas a tener que ir a tomarle el pelo a otro y te voy a denunciar a la escuela de mayordomos.
- Vale, me iré, pero no me denuncie, porque me quedaré sin trabajo y nadie me querrá como mayordomo.
- Guardias, -dijo el padre de Tifaní- llévense a este hombre y denúncienlo a la escuela de mayordomos.
Federico se fue llorando y quejándose hasta que desapareció.
- Bueno hija, te llevaré a la escuela con los demás niños; pero tengo una buena noticia para ti.
- ¿Sí, qué es papá?
- A mamá y a mí nos han trasladado a la empresa de la ciudad para siempre, así que no nos separaremos nunca más.
La niña, impresionada y super contenta, le enseñó a su padre un cuadro que había hecho de toda su familia. Después de varios meses supieron que Federico estaba trabajando en el Burguer King y estaba muy cambiado. La niña fue al colegio y al instituto con los demás niños y a sus padres los ascendieron hasta que llegaron a ser los jefes de todas las empresas.
A Tífani le gustaba mucho hacer amigos, pero siempre que se acercaba a uno, no se sabía por qué, salía corriendo con cara de susto, y cuando miraba hacia atrás, allí estaba su mayordomo preferido. Un día, Tífani descubrió que alguien la seguía fuera donde fuera, pero no sabía quién era. Después de varios meses intentando averiguarlo, descubrió que era Federico, su mayordomo preferido. Ese mismo día, Tífani se armó de valor y habló con él.
- ¿Por qué te empeñas en arruinarme la vida, Federico?
- Yo no intento arruinarle la vida señorita, lo que pretendo es protegerla del mal ajeno.
- Pues te informo de que me la estás arruinado. Por tu culpa la poca gente que se acerca a casa se espanta y no tengo ninguna vida social.
- No puede tener vida social con esa gentuza que no sabe ni donde tiene la cabeza. Usted tiene que relacionarse con gente de su nivel, como Frenchua, Francisca y Esteban.
- ¿Con esos niños que les preguntas que qué hora es y se ponen a decirte que si es que no tienes reloj y que te miran por encima del hombro
- Pero son muy buenas personas.
- No, son unos estirados y yo no quiero llegar a ser como ellos. Yo quiero ser una niña normal, que juega, que se ensucia, que va al colegio con sus compañeros, que nunca está sola y, por supuesto, quiero divertirme.
- ¿A la escuela pública, que solo hay gente que no tiene aspiraciones y que no saben leer?
En ese momento llegó el padre de Tífani, que la quería más que a su vida. La niña echó a correr como si hubiera visto un lingote de oro.
- ¡Hija mía, qué grande estás y qué guapa!
- ¡Je, je, je! Papá, quiero ir a la escuela pública y quiero que Federico me deje salir de esta prisión con barrotes de hierro.
- ¡Como! ¿Que no te dejan salir?
La niña negó con la cabeza. Su padre llamó a Federico que intentaba huir.
- Federico, ¿eres tú el que no deja salir a mi hija?
- Sí -dijo con voz temblorosa-, es para protegerla del mal que corre por esos bichos de ahí fuera.
- El que debe protegerla soy yo, que soy su padre. Vale que yo no quiera que vaya a sitios peligrosos, pero ella puede tener la vida que quiera, puede salir, puede correr e incluso, si quiere, puede ir a la escuela pública.
La niña asintió con firmeza y se escondió detrás de su padre mientras Federico la miraba con indignación.
- Bueno, Federico, me parece que te vas a tener que ir a tomarle el pelo a otro y te voy a denunciar a la escuela de mayordomos.
- Vale, me iré, pero no me denuncie, porque me quedaré sin trabajo y nadie me querrá como mayordomo.
- Guardias, -dijo el padre de Tifaní- llévense a este hombre y denúncienlo a la escuela de mayordomos.
Federico se fue llorando y quejándose hasta que desapareció.
- Bueno hija, te llevaré a la escuela con los demás niños; pero tengo una buena noticia para ti.
- ¿Sí, qué es papá?
- A mamá y a mí nos han trasladado a la empresa de la ciudad para siempre, así que no nos separaremos nunca más.
La niña, impresionada y super contenta, le enseñó a su padre un cuadro que había hecho de toda su familia. Después de varios meses supieron que Federico estaba trabajando en el Burguer King y estaba muy cambiado. La niña fue al colegio y al instituto con los demás niños y a sus padres los ascendieron hasta que llegaron a ser los jefes de todas las empresas.
martes, 30 de abril de 2013
El bosque destruido
Fuimos con mi tío fuimos a visitar un pequeño bosque al que solíamos ir, en las afueras de la ciudad, al lado de un polígono industrial. Al llegar vimos que sólo quedaba un árbol. Era un árbol mediano, de tronco fuerte y rugoso, con abundantes ramas retorcidas. No tenía hojas, porque era invierno y, además, la contaminación por el humo de las fábricas no lo dejaba respirar. Cuando nos fijamos un poco más vimos, refugiado entre sus ramas, un monito pequeño que miraba a su alrededor con tristeza. Me impresionó mucho ver aquel precioso bosque destruido y quemado para poder construir más fábricas.
Luis
Luis es un chico alto y delgado. Tiene once años. Su pelo es de color rubio ceniza y liso. Tiene la frente pequeña y las mejillas rosas. Sus ojos son de color azul y tiene unas cejas finas y peinaditas. Sus orejas son grandes, pero no se le ven porque las tapa su pelo. Los labios son rojos como cerezas y los dientes son como diamantes. La nariz no es muy grande. Sus piernas y sus brazos son largos. Su carácter es agradable. Es muy bueno, ya que le encanta relacionarse con los demás. Siempre viste a la moda y es muy guapo. Le gustan mucho los animales y de mayor quiere ser veterinario. Nos gusta mucho pasar el rato con él.
Los deseos
Esta lectura nos enseña que si te equivocas debes rectificar lo que has hecho mal y que no hay que desear a los demás mal ajeno.
La casa con árboles
He aprendido que la constancia es una virtud porque hay mucha gente que se rinde en el primer momento.
La casa del futuro y el robot magico
Esta lectura nos enseña que si no confias en la gente puede que te confundas de actitud o confundas lo que está haciendo esa persona. Lo que quiere decir esta lectura es que las apariencias engañan y que no hay que juzgar un libro por la portada.
Con la escoba
jueves, 14 de marzo de 2013
Ana
Esta mañana cuando me asomé a la ventana vi a Ana; ella es psicóloga. Su pelo es rubio como el oro. Tiene treinta y tres años. Su frente es amplia y lisa y su cara es alargada. Es pálida. Bajo sus cejas finas destacan unos ojos pequeños. Tiene una nariz recta y es de labios gruesos. Es simpática, le gusta leer y hablar con la gente. Le gusta mucho ayudar a los demás por su profesión y fuera de ella. Le gusta ir a la moda y muy elegante. Siempre que ve a alguien le saluda y sigue caminando firme y alegre.
La familia Pérez
Entrando a la playa vimos a la familia Pérez. En el primer plano; a la izquierda, Juan y Marta hacían un castillo de arena; detrás, junto a la orilla sus madres tomaban el sol en las toallas; al lado de las madres estaban sus padres mirando el mar. En el centro estaba su perro Ritintín, que se estiraba en la arena cálida. A la derecha estaba Antonio, que surfeaba por la orilla; mientras, su padre Pepe estaba pescando en el mar, donde se encontraba solo y tranquilo. Al fondo se veía un barco de carga que iba hacia el puerto.
Allí se quedaron, mientras nosotros fuimos a dar un paseo por la arena cálida.
Crecer
Esta lectura me ha gustado mucho, porque te enseña que hay que crecer fuerte y grande, pero aunque seas mayor nunca debes perder las ganas de soñar.
Las babuchas irrompibles
El lugar mas bonito
Esta lectura enseña que tienes que recorrer cielo y tierra buscando los propósitos que cada uno tiene y que hay que luchar por conseguir lo que te propones.
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